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sábado, 28 de junio de 2008

¿Qué somos?, pues polvo

Tejiendo novedades nos vamos alejando
entre silencios hoscos y gritos sin fronteras,
si somos los roedores que tañen las campanas
también somos doctores que curan llaga y saña,
si somos ruiseñores cantándole al olvido
también somos regentes de un mundo que se ha ido


Seremos los autores de ranas de seis patas
de fuegos y neutrinos y sondas y espirales,
de danzas y de piezas que estallan sus esquirlas
de muerte en la vereda de un cálido optimismo,
seremos naufragantes, seremos naufragados
y contra los escollos iremos aparcando,
seremos los escombros de un sueño ya pasado
o tal vez el cuento inerte que nunca se ha acabado.


Seremos una guerra sin visos de esperanzas,
seremos nuestras panzas, rendijas de la tierra,
seremos descifrables inventos del infierno
cuando ya no regresen los álgidos inviernos,
seremos tan nucleares que ya somos radioactivos
y es que ya respiramos los gases de los vivos
desechos de la suerte exótica y fatal,
derechos de una vida erótica y mortal
y de una despedida estática e inmoral.


¿Qué somos, Dios, qué somos?
Silencio en el portal
susurros que se anuncian y pronto estallarán,
no somos más que polvo, el polvo racional
el polvo que más ama es el polvo del corral
el polvo de la cuna
el polvo de la salma
el polvo de la encina segada en el barrial
el polvo que incinera su fuego en el pinar
el polvo que evapora sus lágrimas de mar.....

sábado, 14 de junio de 2008

El ogro

-¿Por qué no confías en nadie?-
Me preguntas.
No respondo.


-¿Por qué no confías en nadie?-
Aún inquieres.
Y yo callo.


-¿Por qué?- tú me insistes.
Y respondo:


Porque estuve al borde del precipicio,
sudando frío, a punto de caerme,
y Doña Sociedad al verme en peligro;
en lugar de tender su mano para salvarme,
pisó las mías con fuerza y saña,
asegurándose así de que yo cayera.


Porque la inquisición me sentenció a la hoguera
y ardieron mis esperanzas, mis sueños, mis ilusiones.
Porque la marginación me condenó a la guillotina
y rodó mi cabeza, y Soledad la devoró.
Porque la denigración me instaló en la cruz
y Doña Ausencia fue la única que me consoló
y suspiró por mí.


Porque quise ser sincero y me enseñaron a temer,
y temiendo, me enseñaron a mentir.
Porque quise arrepentirme y me enseñaron la culpa
y la vergüenza.
Porque traté de olvidar y me sembraron el odio
el resentimiento y la violencia.


No confío en nadie, no, no puedo
por todas las burlas, desmanes y desplantes,
por todos los insultos, las calumnias, los ataques,
por todos los abusos y los jueces y sus juicios.


No confío en nadie, no, no puedo
por todos los traidores y sus puñaladas traperas,
y por todas las fieras que de mí hicieron su festín;
por el mismísimo diablo, quién me hizo su juguete
y por el mismísimo Dios que me puso de bufón.


Por eso soy ermitaño, eremita, huraño y malgeniado:
¡Todo un ogro, si señor!

martes, 10 de junio de 2008

Allende

Allende las fronteras del abismo
se lucen los gélidos proverbios
refranes, desmanes y remedios
que curan; se dice, todo mal
tal cosa jamás será verdad.


Allende el edén y los infiernos
suspiran por mi paz las esperanzas,
litigan los ángeles y demonios
por almas cansadas de viajar
en tiempos de estático progreso.


Allende los linderos del destino
se yergue el silencio traicionero
me esperan tus veneros de cien fuegos
me arrastran tus lágrimas fluviales
a océanos privados de horizontes...


Allende las pausas de la historia
me atrapa el gemir de tu sonrisa
que irradia su belleza movediza:
falena que se aleja a toda prisa
hurgando tornados y huracanes...


Allende las veredas de la suerte
me aguardan los dolores de tu frente
ahogados en un cuadro de Picasso
o hundidos en otro del Dalí,
por ende: mejor me quedo aquí...