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miércoles, 28 de mayo de 2008

Callar

Entre mi ayuno y tu virtual ceguera
hallamos el silencio de la hoguera
con su infernal calor y su crepitar odioso,
con su figura y su danzarina forma.

Ayer andaba yo buscando un amuleto
de esos que no hallarías en vano
de esos que resuelven los problemas
con solo un soplo o el humo de un habano.

Ayer andaba yo buscando un diente
de esos que; perdidos en el tiempo,
dejaban una monedita simple
guardando el sueño debajo de la almohada.

Ayer andaba yo buscando mil silencios
de esos que pululan entre sombras,
tan solo hallé estruendos peligrosos
de esos que aterran a titanes.

Hoy ya no busco más que una piedra
con que golpear mi boca parlanchina,
callar, callar, callar de nuevo y luego
callar mil veces y otra vez de nuevo.

Callar hablando como habla al loro,
diciendo tanto sin decir concepto,
y balbucear como un fiel neonato
para callar de nuevo ante el frío llanto.

Y si la risa osara desvirtuar
el sacro templo de tristeza santa,
si atar osara, la melancolía
-señora y dueña de esta alma mía-
la embestiré con áridos enojos
para gloriarme de todas mis congojas
y regodearme en el dolor que olvida…

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