Entre mi ayuno y tu virtual ceguera
hallamos el silencio de la hoguera
con su infernal calor y su crepitar odioso,
con su figura y su danzarina forma.
de esos que no hallarías en vano
de esos que resuelven los problemas
con solo un soplo o el humo de un habano.
de esos que; perdidos en el tiempo,
dejaban una monedita simple
guardando el sueño debajo de la almohada.
de esos que pululan entre sombras,
tan solo hallé estruendos peligrosos
de esos que aterran a titanes.
con que golpear mi boca parlanchina,
callar, callar, callar de nuevo y luego
callar mil veces y otra vez de nuevo.
diciendo tanto sin decir concepto,
y balbucear como un fiel neonato
para callar de nuevo ante el frío llanto.
el sacro templo de tristeza santa,
si atar osara, la melancolía
-señora y dueña de esta alma mía-
la embestiré con áridos enojos
para gloriarme de todas mis congojas
y regodearme en el dolor que olvida…
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