Cadenas escarlata se entrelazan
en un vacuo sentir correspondido
por el parafraseo inmediato y decidido
de un vuelo de ave adormecida.
No llames a mi puerta, está cerrada
por el tiempo y el espacio deleznables,
no busques mi ventana, está desierta:
bajo dunas de cemento está oxidada.
de un soñar evidente y prodigioso,
dormitar ya no es dormir, es venenoso
hasta el aire en mis pulmones y tu asado.
por las sangres de aspavientos moribundos,
y mis riendas las dejaste en inframundos
que no quieren delatarme cual carnada.
ya no creo en los tesoros del vacío,
ya no siento los enojos del olvido
y el perdón se ha vuelto aire irrespirable.
en arco iris uniforme e incoloro,
ya no alcanza la dulzura del decoro
a frenar los rumores que me afianzan.
soy tiniebla, soy tormento, soy cobalto,
radioactivo, temeroso, destronado,
soy el hombre del futuro malogrado,
y me fumo hasta las ganas de moldearte
en migajas de ese pan que nunca horneaste,
soy desastre; sí; lo admito...
y gritarles me permito:
también soy el desastre.
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