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miércoles, 28 de mayo de 2008

Jardín colgante

Tañen las campanas
en silencio, solo escuchan los perros ladradores
y los gatos que maúllan
y yo
enterrado en el mutismo de una sangre que borbota
inteligible y aspirada.

Tañen las campanas
en estruendo apocalíptico,
y ahora sí se asoman las vecinas cacatúas
a gritar sus espantos, sus angustias, sus terrores,
se levantan los telones militares con sus armas masivas y mortales
en busca del alieno extraterrestre que ha osado invadir nuestro planeta.

Si me escondo en el ocaso ensangrentado
si me celo bajo la bóveda nocturna
o tal vez detrás de la cara oscura de la luna...

Los sabuesos han captado mi presencia,
los latosos han olido mi alba esencia,
así que desintegro mi agonía vegetal
y transformo cada pierna en mil raíces
cada brazo en una rama,
y recibo los nidales de los pájaros cantores,
los panales de abejas asesinas
los cubiles de ardillas moradoras
cual si fueran los tesoros de la historia.
Es así como me vuelvo un jardín colgante...

y paso totalmente desapercibido,
bajísimo perfil.

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