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domingo, 17 de noviembre de 2019

Calor insoportable

La Naturaleza
impávida y apremiante
es una estampida de caballos desbocados,
es un enjambre de abejas atormentadas,
es un frenesí indetenible y arrasador;
es aluvión, tornado, huracán y terremoto,
oleaje impostergable,
lluvia erosionando las imposiciones del "Yo"

Luchar contra mí mismo
desde siempre, para siempre
en la búsqueda irreal y sempiterna
de una verdad esquiva, evasiva y opaca.

Luchar contra mí mismo
entre una taza de café y una cerveza,
deshaciéndome en el humo de una colilla
como un agujero negro tragándose a sí mismo.

Cómo quisiera matar el día
con un cuchillo de palo floreado.
Cómo quisiera aniquilar las esquinas
que tienden diáriamente su emboscada
en las calles de ciudades inhumanas.

Y pasearme; ¿por qué no?, por los lares imposibles
de que tanto hablaron genios como Neruda,
y volcar toda emoción;
benigna o malsana,
más allá de este planeta.

Cómo quisiera que los monitores
se abrieran en un vórtice infinito
y caer en un sopor cibernético y profundo
cada vez que formateo la sagrada computadora;
o respirar codigos binarios impredecibles y aleatorios
cada vez que enciendo mi humilde ordenador.

Y prenderme de la sotana de una monja
para rezarle un último rosario;
y amarrarme a la cola de un cometa
para salir disparado finalmente
de ésta realidad monótona y redundante.

Y atarme los zapatos
con un soplo de brisa vespertina
y caminar galopando en la intemperie
para lavar heridas y viscicitudes
bajo la bendita agua que nos cae del cielo.

Pero el cielo se nos ha transformado,
pero el cielo se nos ha vuelto gallinero
pues la lluvia huele a estiercol de gallina:
¡Literalmente!, al menos en Caracas.

Lo sé, divago...
me bato en cruenta pugna entre sandeces y tonterías
pero es que el bochorno me pone belicoso
malhumorado y gruñón.
Y es que éste calor abrasador
(cincuenta grados en la sombra)
derrite hasta las ideas más geniales
mientras nos acosa como harpía en sobrevuelo
al acecho de una presa ya vencida por la modorra.

Este calor; nefasto, cruel, invencible y fiero...
¡este calor...!

¡Por Dios que llueva ya!

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