Y seguiremos siendo peregrinos
en busca del amor que no acompaña
al hombre que se enfrenta a toda saña,
en busca de la flor de los caminos...
Seguiremos sembrando corazones
con brillos de fulgor de nueva ausencia,
batiéndonos con cierzos de impotencia,
volando sobre espesos nubarrones.
Al tiempo, pero está la recompensa
en orbes de deleite merecido,
sonrisas que regalan complacencia
al bueno, al audaz, al comedido
que nunca permitió se aletargara
el sueño de lograr que alguien le amara.
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