Nuestras calles sedientas
de angustia y desesperación,
se esconden tras las sombras
de esquinas siniestras,
habitadas por sicarios
y toda suerte de hampones.
Nuestras calles embarradas
por desechos y cadáveres
sin dolientes ni asesinos,
se retuercen ante el hedor
putrefacto del destino.
Nuestras calles abultadas
por los sueños de niños
sin recuerdos ni esperanzas,
deambulando entre la pega
y las bolsas de basura,
se estremecen ante aullidos
y clamores de tristeza.
Esas son nuestras calles
inundadas por el clamor silente
de voces mutiladas por la sangre,
pletóricas de calaveras
ingenuas e indefensas.
Trágicos gritos ahuyentan la bondad
y el rencor nos acorrala,
el rencor
nos acorrala...
No hay comentarios:
Publicar un comentario